¿CUÁL ES LA RELACIÓN QUE EXISTE
ENTRE RAZÓN Y FE?
(Autor: Jhon
Walter Montoya Sierra)
El equivocado
razonamiento científico es el causante de la crisis de la fe en el mundo.
No es extraño
hoy en día ver y oír como los incrédulos insisten en que la religión revelada
es hostil al avance de
la filosofía y de la ciencia, se ha alegado que “el apego a los escritos
antiguos que el Cristianismo
fomenta, ha sido perjudicial para el descubrimiento de nuevas verdades y se ha presentado como un sistema
que se interpone en el camino del progreso, ya que debido a su pretensión de
infalibilidad, él mismo no puede cambiar y por consiguiente no dejará nunca de empeñarse en doblegar
todas las opiniones ante sus criterios anticuados”. Por otra parte los hombres
medio instruidos, aguardan cada día nuevos descubrimientos o teorías, con la esperanza de desacreditar el
Cristianismo, eso sin contar con que los patrocinadores de la instrucción
general, ven
completamente irreconciliables los intereses del genero humano y los de la Iglesia cristiana y aunque no
atacan de frente a la religión, si cuentan con que los descubrimientos y el
intelecto humano, harán
caer al Cristianismo. Si bien el
pensamiento es la actividad y creación de la mente, la lógica nos
enseña que debemos ordenar las ideas antes de expresarlas, de tal manera que lo
primero que debe hacer
el hombre es usar la razón para razonar sobre la existencia de Dios, y
solamente después de
aceptar y entender la creación partiendo de la existencia de un Creador, es que
el hombre puede entrar
en contradicción dialéctica, para poder encontrar la verdad de la razón; razón
que siempre debe
estar guiada por la fe.
Errores crasos
de la comunidad científica como afirmar que el hombre desciende del mono, o que
el Universo se
creó a través de una explosión y es producto de la casualidad (teorías que de
hecho no han podido ser
demostradas en su totalidad), han contribuido a crear confusión y contradicción
y han apartado a
muchos hombres del camino de la fe, cambiando la verdad de Dios por las
mentiras de los hombres, y
desconociendo que Dios no se equivoca, sino ellos al no saber interpretarlo.
La Religión no
a de tener miedo a estos debates, ya que la fe puede apelar sin temor a la
recta razón, por su parte
la investigación no hace sino reforzar los fundamentos de la revelación, ya que
la Iglesia se basa es en
la verdad y solo en la verdad (Whately), y como el Cristianismo es una religión
erudita por descender
del judaísmo, el filosofo debería divagar sobre sus novedades, aunque el
teólogo siempre tendrá
que someterse a aprender y defender lo escrito. Una cosa es bien cierta y es
que la conducta de
algunos cristianos ha favorecido puntos de vista erróneos, por estimular la
imaginación debido a la
misma antigüedad de la literatura cristiana y por exaltar los sentimientos de
épocas anteriores, menospreciando
las ideas modernas, mostrando la
Biblia como el depósito de toda verdad
tanto
científica como religiosa y perdiendo de vista el conjunto de los fundamentos
del Cristianismo, aún cuando el
mismo San Pablo (2Tim.,3-16) nos habla sobre la verdadera utilidad de las Sagradas Escrituras,
limitando su utilidad a los beneficios que reporta para enseñar, argüir,
corregir y formar en la rectitud y
en la justicia.
Por otra
parte, los más grandes Científicos se han sentido obligados a someter su razón
al Evangelio, y esto por lo
menos muestra que la religión revelada no puede ser muy desfavorable a las
investigaciones científicas, ya
que hay notables coincidencias entre las pruebas a favor de la revelación y las
pruebas de las cuales
proceden las investigaciones de la naturaleza, ambas están de acuerdo en
suponer que la naturaleza se
rige por las leyes uniformes y fijas; la suposición de este sistema estable por
la cual se guía toda
investigación científica, es también el fundamento en que se apoya la
racionalización de la religión
revelada.
Fundamentos de
sobra tuvo en su tiempo San Agustín, cuando sin negar la importancia de la
razón, afirmaba que
esta debía someterse a la fe, levantando su voz a favor de la Iglesia para defenderla de
los feroces
ataques del maniqueísmo y su astrología genetlíaca, que buscaban en los astros
una explicación distinta del
origen del mundo: “…todo esto llena de
asombro y estupor a los ignorantes que tales cosas ignoran, pero en cambio, quienes las saben, llenos de
complacencia, con impía soberbia se retiran de tu luz. Prevén los oscurecimientos del sol, pero no ven la
oscuridad en que ellos mismos están, ya que no buscan con espíritu de piedad, de donde es que les
viene ocasionalmente el pensamiento de que Tú Señor los creaste, no se entregan a Ti para que Tú
guardes y conserves lo que creaste. Mundanos como llegaron a hacerse, no se inmolan ante Ti, no
sacrifican como a volátiles sus pensamientos altaneros ni refieren a Ti la curiosidad con que pretenden
moverse entre los misterios del mundo, así como los peces se mueven en los escondidos fondos del
mar, ni matan sus lujurias como se matan los animales del campo, para que Tú, que eres un fuego
devorador, consumas sus muertos desvelos para recrearlos en la inmortalidad ". (Las
Confesiones).
Por su parte
Santo Tomás de Aquíno planteó la compatibilidad entre la enseñanza de la fe y
los descubrimientos
de la razón, argumentando que la razón y la fe, no eran caminos opuestos, sino
que los dos
caminos se complementaban para llegar a la verdad, y lo refiero concientemente
en pasado pues hoy en
día la soberbia filosófica y científica está buscando sus propias verdades,
olvidando que por fe, el
hombre también tiene la capacidad para buscar la verdad. En su libro “Suma
Teológica”, Tomás de
Aquino nos plantea cinco vías para demostrar la existencia de Dios, Vías que
además son también principios
científicos claros como son: El Movimiento, La Eficiencia , La Contingencia , Los Grados de
Perfección y La Finalidad ;
vías o caminos que científicamente hablando conducen indiscutiblemente
a Dios.
Ahora bien, existen una serie de cualidades que deben tener tanto la razón como la fe para trazar caminos paralelos en la búsqueda de la verdad, cualidades que agrupa de manera práctica el Cardenal Jhon Henry Newman en su libro “FE Y RAZÓN” y que me permito mencionar a continuación:
Ahora bien, existen una serie de cualidades que deben tener tanto la razón como la fe para trazar caminos paralelos en la búsqueda de la verdad, cualidades que agrupa de manera práctica el Cardenal Jhon Henry Newman en su libro “FE Y RAZÓN” y que me permito mencionar a continuación:
EL TALANTE
MORAL de la tradición judeo-cristiana es la cualidad más valiosa y la que le da
su perfección de
la naturaleza humana, según la
Biblia los hábitos del alma que son los únicos que agradan a
Dios, son precisamente los hábitos necesarios para el éxito de la investigación
científica y sin los cuales
es imposible ampliar el ámbito de nuestro saber, esto constituye un argumento a
favor del
cristianismo por los beneficios tanto espirituales como intelectuales que ha otorgado
al mundo.
LA SERIEDAD. Es evidente que la búsqueda en serio de la
verdad es un requisito indispensable para encontrarla y
las personas que real y sinceramente la buscan, empiezan teorizando e
imaginando un sistema
inventado que resulta conforme a los diversos fenómenos del mundo cuando se
aplican al estado real de
las cosas. "Para construir cualquier teoría seria sobre la naturaleza, se debe
empezar por la
investigación, excluyendo la fantasía y la autoridad humana" (Francis
Bacon); esta definición es apoyada por la Biblia
cuando nos dice que la verdad es algo demasiado sagrado y religioso para que se
sacrifique a la simple
complacencia de la fantasía, a la diversión de la mente, al espíritu de
partido, a los prejuicios educativos, al
apego, a las opiniones de maestros humanos o a cualquier otro sentimiento cuyo
influjo toleraron los
antiguos filósofos en debates que pretendían ser serios e importantes.
LA HUMILDAD
ante los hechos es condición del investigador, así como también la modestia, la paciencia y la
precaución son disposiciones anímicas tan necesarias como la seriedad y el
rigor para la investigación.
La naturaleza exige a quienes quieran conocer sus maravillas recónditas y
revelar sus misterios
ocultos, que tengan un espíritu humilde, así como no dejarse llevar por la
imaginación, ya que esto es
hostil al espíritu de la filosofía y ha inducido al error a muchos que pensaban
que no podían equivocarse al
seguir los impulsos naturales de su mente.
Solo gracias a
una DISCIPLINA exigente y agotadora, la mente aprende a superar los principios
o actitudes de
inferior calidad que la obstruyen en la investigación filosófica y a moderar
las facultades y sentimientos
más nobles que también son perjudiciales cuando traspasan sus límites. Ser desapasionado,
cauteloso, jugar limpio, dar importancia a cada fenómeno de la naturaleza,
aceptarlo, estar
dispuesto a permanecer ignorante por un tiempo, resignarse ante las
dificultades, proceder con paciencia y
mansedumbre, son actitudes únicas para interpretar la naturaleza y es
precisamente el talante que el Cristianismo propone como perfección de nuestro carácter moral.
LA
COLABORACIÓN UNIVERSAL. El espíritu de fraternidad y de colaboración por causas
comunes, que
en épocas recientes se ha identificado con el espíritu científico, es heredado
innegablemente del Cristianismo, ya que las escrituras sagradas fueron las
primeras en explicar e inculcar un espíritu sin doblez, modesto, circunspecto y
generoso, tan necesario para el éxito de las investigaciones científicas.
La posición de
la Iglesia a
este respecto es clara y fue fijada oficialmente mediante la encíclica “FIDES
ET RATIO” (Fe y Razón), redactada por el Papa Juan Pablo II, donde se pone de
manifiesto que la investigación científica no tiene visión moral y si bien no
debe limitarse la razón para no perderse o desviarse en la búsqueda de la
verdad, nadie debe apartarse tampoco de las verdades universales y perderse con
sus pequeñas verdades particulares ya que la verdad es un postulado de la razón
humana y es el fin del actuar del hombre, y si no es por revelación, esa verdad
debe entonces estar iluminada por la luz de la razón. Desafortunadamente
y desde mi punto de vista, esta luz algunas veces no brilla como debería
brillar, y en el peor de los casos ni siquiera está encendida, aunque aquí vale la pena citar a
Schopenhauer y su enunciado: “las religiones son como
las luciérnagas que necesitan de la oscuridad para brillar”.
La palabra de Dios es clara al enseñarnos que la sabiduría todo lo sabe y todo lo entiende; y si bien es cierto que la teología nace del discernimiento del pensamiento filosófico, también es claro que la razón debe respetar el camino del hombre y su temor a Dios, ya que aunque el hombre con la razón puede alcanzar la verdad, se debe adquirir esa sabiduría es a través de la revelación, pues el conocimiento no se fundamenta solo en la observación sino también en la fe. Su Santidad Juan Pablo II fue claro al afirmar que el acto de confiar en Dios, es una elección basada en la voluntad y en la inteligencia ya que todo tiene un doble orden de conocimiento: Razón y Fe. Desde tiempos inmemoriales ya los libros Sapienciales nos muestran como la fe y la razón son inseparables y que ayudada con la fe, la razón es capaz de comprender el sentido de la vida.
La pregunta es
entonces: ¿ Cómo se explica que siendo el auténtico talante científico tan afín
a la índole del Cristiano inculcada por las Escrituras, existan entonces
personas destacadas por sus descubrimientos científicos que tienen una mala
disposición de ánimo hacia las doctrinas
que la revelación impone a nuestra conciencia?. Siguiendo los
lineamientos y enseñanzas del Cardenal Henry Newman, podríamos responder que la humildad
y la docilidad que las escrituras inculcan, van unidas a principios aún más
respetables y a doctrinas más sublimes que los que requiere el talante anímico
según el cual debe proceder la investigación. Según Newman, el Científico tiene
que reconocer que está expuesto a engañarse por razonamientos o apariencias
falsas, a inclinarse bajo la influencia de los prejuicios y a los extravíos de
la fantasía; es y debe ser humilde porque se da cuenta que es ignorante, es
cauto porque sabe que es falible y es dócil porque realmente desea aprender;
esta trilogía de virtudes, son propias
de la humildad profunda del Cristianismo que llega a descubrir la
responsabilidad que tiene en su deuda personal ante Dios. El científico también
debe reconocer que en su rebeldía ante Dios, ha quebrado el orden de cosas
justo y bueno establecido por el Creador, y confesar que es imperfecto, así
como el Cristiano siente y confiesa que es pecador y corrupto. Pero la doctrina
de que el hombre ha perdido la gracia y ha sido degradado de su rango natural y
original, de que pecando ha introducido una mancha en la obra de Dios, de que
es culpable ante el tribunal del cielo y de que está haciendo continuamente
cosas que repugnan a la vista de la Santidad
Divina ; es muchísimo para sublevar la mente de la mayoría y
muy contrario a sus ideas de orden, armonía y perfección del sistema de la
naturaleza y también muy en desacuerdo con los sentimientos de estima con que
desean considerarse así mismos (cuando lo que deberían de tener es un espíritu humilde y dócil a la voluntad de Dios que sea
obediente y que practique su ley); pero ya que todo el sistema de la fe
cristiana depende de esa doctrina que está respaldada por la muerte de Jesucristo
para redimir al hombre y por la acción del Espíritu Santo; no es de maravillar
que aparezcan entonces, seres humanos admirables por su talante científico y su
éxito en la investigación de la naturaleza, y que pese a esto, sean discípulos
indignos de la escuela del Evangelio.
Me Cuestiono personalmente si no nos hemos devuelto más bien a la época de
Para algunos
hombres con un espíritu científico cerrado, el Cristianismo es incomprensible,
pues estas personas, al mejor estilo del empirismo y del positivismo,
consideran al Cristianismo como un sistema servil y perjudicial para la
libertad del pensamiento, para el talento extraordinario y para los proyectos
de carácter emprendedor, pues parten de la suposición de que el alma humana
está dañada( quizás solamente las de
ellos), y lo consideran antinatural y pernicioso porque según sus propias palabras:“vuelve
a los hombres incapaces para esta vida, al fijar sus pensamientos en otra,
y estimula el espíritu monástico y las
extravagancias del fanatismo”. La comunidad científica al día de hoy aún no ha
podido controlar el clima, ni las enfermedades, ni siquiera a los seres
humanos, pero por lo menos deberían aprender a controlarse a si mismos.
El Concilio Vaticano II responde a esta objeción en la constitución “Gaudium Et Spes”, argumentando que el ateísmo moderno es quien por su misma naturaleza, obstaculiza la liberación económica y social, pese a que es “Cristo quién anima, purifica y fortalece los proyectos y contribuye a asegurar la paz y a establecer el fundamento sólido de una convivencia fraternal”. El espíritu científico que nació del Cristianismo se ha revelado contra el, debido a que los principios de la ciencia se han vuelto más independientes del sistema religioso, apartándose de
Resumiendo mi
tesis, yo me atrevo a lanzar preguntas temerarias como: ¿ Se debe dar la razón
a la fe?, ¿No está acaso
la comunidad científica retando a Dios?,
¿ La arrogancia humana no debe someterse más bien a la sabiduría
Divina?.
Comunidad Científica, yo les pregunto hoy: ¿ Cuando será suficiente?.
Comunidad Científica, yo les pregunto hoy: ¿ Cuando será suficiente?.
Nuestro manual
de funcionamiento humano (la
Biblia ), nos enseña esas respuestas instándonos a adquirir
esa humildad que tanto necesitamos: “...Cuanto
más grande seas, más deberás humillarte; así agradarás a Dios. Porque grande es
su misericordia y Él revela a los humildes sus secretos. No busques lo que es
demasiado elevado para ti, ni quieras saber lo que es demasiado difícil.
Procura entender lo que Dios te ha mandado y no te preocupes de lo que está en
secreto. No te inquietes por lo que te sobrepasa, pues lo que has visto ya es
demasiado para ti. Muchos se han dejado engañar por sus propias ideas y falsos
pensamientos que han desequilibrado su mente” (Eclesiástico 3, 18-24).
De tal manera
que la comunidad científica debe tomar el camino de regreso a casa, como el
“hijo prodigo” por no decir “descarriado”, que se alejó y se equivocó, pero que
recapacitó y volvió; razonemos entonces pero al mejor estilo de Jesús, modelo
de Fe y de Razón, dos hermanas inseparables, hijas de la Iglesia , que nacen ambas de Dios (Ciencia y Fe), que no chocan por
sí mismas, pues la relación común que las une es el Espíritu Santo y que deben
ser más bien un equipo de choque y un modelo perfecto en el campo de la misión,
que necesita hombres de razón pero también hombres de fe, para generar un
movimiento nuevo que ayude definitivamente a establecer el reino de amor y de
justicia que Dios ha soñado desde siempre para toda la humanidad.
BIBLIOGRAFIA
- LA
FE Y LA
RAZÓN , sermones universitarios……………….(Jhon Henry Newman)
-LENGUAJE FILOSÓFICO Y TEOLÓGICO, apuntes……..(Dra.
María T. Peñaloza)
- ELEMENTOS DE LÓGICA………………………………………..(Richard Whately)
- LAS CONFESIONES, libro 5………………………………………(San Agustín)
-SUMA TEOLÓGICA, primera parte, capítulos 2 y
3…….(Santo Tomás de Aquino)
- FIDES ET RATIO (FE Y RAZÓN),encíclica……………………….(Juan
Pablo II)
- CARTA DE SAN PABLO A TIMOTEO,
(2Tim.3-16)……………..(Sagrada Biblia)
- LIBRO DEL ECLESIÁSTICO,(EC.3,18-24)……………………….(Sagrada
Biblia)
-CONCEPTOS PERSONALES……… …………………….(Jhon Walter
Montoya)
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