CUAL DEBE SER LA ACTITUD CORRECTA DE UN CREYENTE
(Autor: Jhon Walter Montoya Sierra)
RESUMEN Y COMENTARIOS PERSONALES DEL CAPITULO II (CREER PARA ENTENDER) DE LA ENCÍCLICA FIDES ET RATIO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
“La
sabiduría todo lo sabe y entiende” “Ella, que
todo lo conoce y lo comprende, me guiará con prudencia en todas mis acciones y me protegerá con su gloria” (Sb.
9,11)
Desde las Sagradas Escrituras, inspiradas hace varios miles de años, ya Dios revelaba a
su pueblo y a su futura Iglesia, el vinculo profundo que existía y que debe
siempre existir, entre el conocimiento de la fe y el de la razón; es más, este
conocimiento también es alimentado por culturas y civilizaciones más antiguas
que el mismo pueblo de Israel (Egipto/ Mesopotamia), y que influenciaron entre
otros, a los escritores sagrados.
En los
libros Sapienciales, se describe al hombre sabio, como el hombre que “busca y
ama la verdad, que se ejercita en la sabiduría y que en su inteligencia
reflexiona, que medita sus caminos en su corazón, y sus secretos considera”
(Si.14,20-27); es decir, que el deseo de conocer, es una característica común
entre todos los hombres, y se nos da a todos gracias a la inteligencia.
Los textos
bíblicos nos muestran que hay una profunda e inseparable unidad entre el
conocimiento de la razón y el conocimiento de la fe; el mundo y todo lo que
sucede en el, son realidades que se pueden ver, analizar y juzgar por medio de
la razón, pero sin dejar de un lado la fe, ya que la fe no interviene para menospreciar
a la razón ni para limitar su espacio de acción, sino para hacerle comprender al hombre, que Dios se
hace visible y actúa en este mundo y en todos sus acontecimientos, además se de
debe tener claro que el Evangelio no es una filosofía, sino que es un
sentimiento que nos une por fe a la persona de Dios; esa es la coherencia que
debe existir entre la razón y la fe.
La fe es la
que abre la mente, para que el hombre descubra en el suceder de los acontecimientos, la
presencia operante de la providencia.
En el libro
de los Proverbios se dice que "el corazón del hombre medita su camino, pero es
el Señor quien asegura su paso” (Prov.16-9), es decir que el hombre con la luz
de la razón sabe reconocer su camino, pero solo lo puede recorrer de forma
libre, sin obstáculos y hasta el final solo si con ánimo sincero fija su
búsqueda en el horizonte de la fe. Los Proverbios también cita que “Es gloria
de Dios tener secretos y es honra de los reyes penetrar en ellos” (Prov.25,2);
es decir que Dios está en el origen de cada cosa y en esto consiste su gloria,
pero es al hombre al que le corresponde la misión de investigar la verdad con
su razón, y en esto consiste su grandeza. Por lo tanto todos debemos ordenar
nuestros caminos según el orden de Dios, buscando siempre explicaciones pero
sin olvidarnos de Dios, pues como me enseño la Dra. María Teresa Peñaloza “para entender al mundo, hay que tener los ojos abiertos, pero desde el
espíritu no desde la razón”.
Ahora bien,
los hombres han entendido que la razón debe respetar algunas reglas de fondo
para expresar mejor su propia naturaleza:
1)
Debe
tener en cuenta que el conocimiento del hombre es un camino que no tiene
descanso.
2)
Debe
tener conciencia personal.
3)
Debe
tener “temor de Dios” y reconocer su trascendencia soberana y su amor providente
en el gobierno del mundo.
Cuando el
hombre se aleja de estas reglas se expone al riesgo del fracaso y se coloca en
la situación del necio, amenazando así su propia vida, pues se engaña pensando
que conoce muchas cosas, pero en realidad no es capaz de fijar su mirada sobre
las esenciales, esto le impide poner en orden su mente y asumir una actitud
adecuada para consigo mismo y para con el ambiente que le rodea (Cuando el
hombre llega a afirmar que “Dios no existe”, muestra con claridad lo deficiente de
su conocimiento y lo lejos que está de la verdad plena sobre las cosas, sobre
su origen y su destino).
En el libro
de la Sabiduría, el Hagiógrafo nos dice que Dios se da a conocer también por
medio de la naturaleza “el hombre está en condiciones de conocer la estructura
del mundo y la actividad de los elementos, los ciclos del año, y la posición de
las estrellas, la naturaleza de los animales y los instintos de las fieras”
(Sb.7, 17-19) “de la grandeza de las criaturas, se llega a contemplar su autor”
es decir que mediante los instrumentos propios de la razón humana, se puede
llegar al conocimiento del creador. Si el hombre no llega a reconocer a Dios
como Creador de todo, no es por falta de un método adecuado sino por el
impedimento puesto por su voluntad libre y por su pecado.
La razón
adquiere significado solamente si su contenido se sitúa en un horizonte amplio
que es el de la fe; pues la fe libera la razón en cuanto le permite alcanzar
coherentemente su objeto de conocimiento y colocarlo en el orden supremo en el
cual todo adquiere sentido; es decir que el hombre con la razón alcanza la
verdad, porque iluminado por la fe, descubre el sentido profundo de cada cosa y
en particular de la propia existencia. Por tanto y con razón, el Autor Sagrado
fundamenta el verdadero conocimiento precisamente en el temor de Dios cuando
dice: “El temor del Señor, es el principio de la Sabiduría ” (Prov.1,7).
Según el
Antiguo Testamento, el conocimiento no se fundamenta solamente en una
observación atenta del hombre, del mundo, y de la historia, sino que supone
también una indispensable relación con la fe y con los contenidos de la
revelación.
Sin embargo
el creyente no se rinde pues la fuerza para continuar su camino hacia la verdad
le viene de la certeza de que Dios lo ha creado como un explorador, cuya misión
es no dejar nada sin probar, y a pesar de la duda, pero apoyándose en Dios, se
dirige siempre en todas partes, hacia lo que es bello, bueno y verdadero.
Por otra
parte San Pablo expresa en su carta a los Romanos que “a través de la
creación, los “ojos de la mente” pueden llegar a conocer a Dios, ya que
mediante las criaturas, Dios hace que la razón intuya su potencia y su
divinidad”, de tal manera que la razón del hombre no solo está limitada al
conocimiento sensorial, sino que mediante los sentidos se puede alcanzar
incluso la causa de esa misma realidad sensible.
En el
proyecto inicial de Dios, según San Pablo, la razón tenía la capacidad de
superar lo sensible, para alcanzar el origen mismo de todo, que es El Creador;
pero debido a la desobediencia. el hombre eligió situarse en autonomía absoluta
respecto de su Creador, quedando así reducida esa facilidad de acceso a Dios
Creador. En el Génesis se describe esta condición del hombre, cuando narra que
Dios lo puso en el Edén en cuyo centro estaba situado “el árbol de la ciencia
del bien y del mal”; el símbolo es claro: El hombre no era capaz de discernir y
decidir por sí mismo lo que era bueno o malo, sino que debía apelarse a un
principio superior, pero su orgullo los hizo creer soberano y autónomo y que
podía prescindir del conocimiento que deriva de Dios, esta desobediencia causó
heridas en la razón y obstaculizó el camino hacia la plena verdad.
Dios entonces
nos dejó claro no solo que es Dios, sino que es Nuestro Dios, ahora entonces
debemos buscar esa santidad perdida, animándonos por la norma de la ley o los
Mandamientos, que nos ponen nuevamente en camino hacía Dios, “ la razón nos
indica que debemos obedecer la ley y la fe nos inclina a amar esa ley, que es
la ley de Dios”; ya que según San Pablo, por ese mismo pecado, los pensamientos
de los hombres fueron vanos, y sus razonamientos se distorsionaron y orientaron
hacia lo falso (Rm.1,21-22); además de que los ojos de la mente ya no eran
capaces de ver con claridad y así progresivamente la razón ha quedado
prisionera de sí misma.
Ahora bien,
la venida de Cristo fue el acontecimiento
de Salvación que redimió a la razón de su debilidad y la libró de las
cadenas en las que ella misma se había encadenado.
La relación
del Cristiano con la filosofía requiere un discernimiento radical, pues existe
una contraposición entre “la sabiduría de este mundo” y la sabiduría de Dios,
revelada en su hijo Jesucristo; cuyo acontecimiento histórico de crucifixión,
estrelló todo intento de construir con argumentos solo humanos, una
justificación del sentido de la existencia.
El punto
central que desafía toda filosofía es la muerte de Jesucristo en la Cruz , ya que todo intento de
reducir el plan salvador del Padre a una pura lógica humana, está condenado al
fracaso. “¿Acaso Dios con esto, no entonteció la sabiduría del mundo?”,
pregunta San Pablo; y se responde así mismo que “ para su obra, Dios escoge más
bien lo necio de este mundo, para confundir a los sabios; lo que no es, para
reducir a la nada lo que es” (1Co.1, 27-28); y para lo cual también afirma
“Pues cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte” (2Co.,10,12) .El hombre
no logra comprender entonces como la muerte pueda ser fuente de vida y amor,
pero Dios ha elegido en el mundo lo que es nada para convertir en nada las
cosas que son (1Co.1,28).
La razón
no puede vaciar el misterio del amor,
que la Cruz representa, mientras que esta si puede dar a la razón la respuesta
última que busca; no es la sabiduría de las palabras sino la palabra de la
sabiduría lo que San Pablo pone como criterio de verdad y de salvación y será
la filosofía la que determine si es o no capaz de reconocer el caminar del
hombre hacia la verdad ayudada por la fe y en contravia a los críticos que
creen poseer la verdad.
TOTALMENTE DE ACUERDO Y ES UNA GRAN TRAGEDIA PARA EL HOMBRE QUE NO SE APOYA EN DIOS. GRACIAS
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