8/27/2014

                                                           EN DEFENSA DE LA VIDA Y DE LA FAMILIA
                                                                   (Autor: Jhon Walter Montoya Sierra)
Hace unos meses, alguien me preguntaba que como Promotor  y Defensor de los Derechos Humanos y como Diacono, ¿Qué aportes podía hacer en defensa de la Vida y de la Familia?.  Lo primero que pensé entonces era que mi respuesta debía estar iluminada por la luz del Evangelio y de la Constitución de mi País (Colombia), teniendo en cuenta conceptos claros como ¿Dónde comienza la vida?, así como también deformaciones de la Ley de mi País como la que estableció tres condiciones “Validas” para abortar: Violación, Malformación del feto, Peligro de muerte de la Madre. En ese momento creo que dí una respuesta corta aunque nacida del corazón y de la razón, sin embargo durante todo el día, esa pregunta me dio vueltas en la cabeza y en la noche decidí escribir una mejor respuesta que transcribo a continuación.
Como Cristiano Católico que soy y como futuro Diacono mi posición es la misma de mi Iglesia, que no es equivocada: “LA VIDA ES SAGRADA” ; primero porque nace de Dios y es de Dios y segundo porque es el regalo más grande que hemos recibido de Él.  Tocaré brevemente tres Temas importantes: El Aborto, La Eutanasia y la Defensa de la Vida.
Respecto al Aborto es necesario saber que dice la Iglesia que lógicamente esta en contra de el,  La Postura de la Iglesia Católica es firme, dice que "La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de su concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre ellos, el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida. La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave, que la Iglesia sanciona con la pena canónica de excomunión". La Iglesia católica es el grupo social que más se a opuesto y se opone al aborto , sin embargo se plantea una pregunta la cual nos deja pensativos por un momento, esto con el ánimo de hacer una reflexión. La iglesia dice que aunque la presencia de un alma espiritual no puede deducirse de la observancia de ningún dato experimental, las mismas condiciones de la ciencia sobre el embrión humano ofrecen una indicación preciosa para discernir racionalmente una presencia personal desde este primer surgir de la vida humana: ¿Cómo un individuo humano podría no ser persona humana?". Los defensores del aborto han procurado cubrir su naturaleza criminal mediante terminología confusa o evasiva, ocultando el asesinato con jerga como "interrupción voluntaria del embarazo" o bajo conceptos como "derecho a decidir" o "derecho a la salud reproductiva". Ninguna de estas expresiones, sin embargo, puede ocultar el hecho de que el aborto es un infanticidio
La Iglesia Católica siempre ha condenado el aborto por tratarse del homicidio directo de una persona inocente. El debate moral y ético sobre el aborto viene dándose hace ya varios años. Pero en el presente, por el creciente activismo de los movimientos feministas y el intento de formalizar una legislación reproductiva - sexual, es necesario conocer, más que nunca, los argumentos que favorecen el DERECHO A LA VIDA de todo ser humano, desde el momento de su concepción. En el lenguaje común, llamamos aborto a la expulsión prematura de un feto humano, ya sea espontáneamente o provocado. El aborto es la muerte de un niño o niña en el vientre de su madre producida durante cualquier momento de la etapa que va desde la fecundación (unión del óvulo con el espermatozoide) hasta el momento previo al nacimiento. Se habla de aborto espontáneo cuando la muerte es producto de alguna anomalía o disfunción no prevista ni deseada por la madre; y de aborto provocado (que es lo que suele entenderse cuando se habla simplemente de aborto) cuando la muerte del bebé es procurada de cualquier manera: doméstica, química o quirúrgica. En lenguaje numérico, el aborto ha sido el motivo de la muerte de más de 25 millones de niños (sólo en Estados Unidos) desde que se legalizó el aborto en 1973 en ese país. Y en el lenguaje Hipocrático, es un término que antes no era aceptado y ahora es diariamente utilizado. Se removió del Juramento Hipocrático la última frase: "no daré a ninguna mujer un remedio abortivo..." presentando una verdadera contradicción a la obligación natural del médico a defender la vida, hasta sus últimas consecuencias.
Hay personas que dicen ser "católicas" pero que no aceptan la doctrina de la Iglesia con respecto a la defensa de la vida humana ante el crimen del aborto e intentan confundir al pueblo católico sobre este importante tema. A continuación, relaciono las principales falacias de estas personas y sus correspondientes refutaciones. 
Falacia # 1: "La Biblia no dice nada del aborto."
Refutación: Es verdad que la Biblia no condena explícita mente el aborto. Sin embargo, la Biblia enseña que lo que hay en el seno de una madre embarazada es un ser humano (cf. Salmo 139:13, 15; Jeremías 1:5; Lucas 1:13; Mateo 1:21). Además, la Biblia condena el homicidio directo de los inocentes (cf. Éxodo 23:7; Deuteronomio 27:25; Mateo 18:10 y 14). Ahora bien, los niños y las niñas que no han nacido todavía son evidentemente inocentes. Por consiguiente, el matarlos por medio del aborto es condenable. Todas las personas que creemos en Dios estamos de acuerdo en que Dios es Quien concede los hijos y Quien infunde el Alma en el cuerpo humano. Ello significa que Dios crea a cada ser humano para un propósito. No tenemos el derecho de contradecir Su voluntad respecto de Su creación. 
Este argumento es en realidad un intento de desviar la atención de la maldad del aborto. Las personas que lo presentan muchas veces están totalmente de acuerdo con otros actos que la Biblia condena específicamente, como la actividad homosexual, la fornicación y el adulterio (cf. Romanos 1:26-27; Marcos 7:21; Éxodo 20:14). Por último, en ningún lugar de la Biblia encontramos que ésta apruebe el aborto
Falacia # 2: "La Iglesia Católica no está segura de que el feto sea una persona."
Refutación: La Iglesia Católica siempre ha condenado el aborto por tratarse del homicidio directo de una persona inocente. Durante la Edad Media algunos teólogos creían que el alma era infundida cierto tiempo después de la concepción. Esta creencia, ya obsoleta, fue producto de la influencia de algunos filósofos paganos antiguos. Las personas que presentan este falso argumento utilizan estos hechos para hacerle creer a la gente que la Iglesia dudó de la humanidad del ser humano antes de nacer y que por lo tanto su doctrina no es segura. Pero ello no es cierto. Aún aquellos teólogos que creían en el error ya mencionado, condenaban el aborto. La razón es muy simple. Si usted duda de la presencia de un ser humano en el seno materno, la duda debe ir a favor de la vida. De otra manera usted está actuando con intención criminal. 
Durante esa época la Iglesia decretó penas canónicas menos severas para el aborto provocado antes de la presunta infusión tardía del alma. Pero su enseñanza moral permaneció invariable: el aborto es un acto intrínseca y gravemente inmoral durante cualquier etapa del embarazo. 
Falacia # 3: "Debemos respetar la capacidad que tienen las mujeres para tomar decisiones."
Refutación: El solo hecho de que un ser humano sea mujer (u hombre) no implica automáticamente que goza de la sabiduría para tomar decisiones morales correctas. De hecho, las personas que presentan este falso argumento no le conceden esa misma capacidad a los hombres (muchas de ellas critican la enseñanza del Papa y los Obispos). Esto no es otra cosa que sexismo. El énfasis que ponen estas personas sobre la capacidad moral de las mujeres a la hora de decidir la aceptación del aborto, no es otra cosa que otro intento de desviar la atención sobre la maldad de éste. Al enfatizar que las mujeres gozan de esa capacidad, por ser las únicas que salen embarazadas, estas personas intentan colocarle una fachada moral a la matanza de los niños y niñas que no han nacido todavía. Pero la cuestión fundamental aquí no es si las mujeres tienen la capacidad moral para decidir sobre el aborto. La cuestión fundamental es que el aborto destruye la vida de un ser humano; ello no es objeto de decisión legítima por parte de ninguna persona, sea mujer, hombre, niño, adulto o anciano. 
Falacia # 4: "Si usted desea que disminuya el índice de abortos, debe aceptar la disponibilidad de la anticoncepción de la forma más amplia posible."
Refutación: La presunción que está implícita en este argumento es que mientras más personas utilicen anticonceptivos, habrá menos abortos. Pero ello es falso. Por ejemplo, en Estados Unidos, lamentablemente la anticoncepción está totalmente disponible. Sin embargo, cada año se practican millón y medio de abortos. ¿A qué se debe esto?. En primer lugar, los anticonceptivos que más se usan (la píldora, el Norplant y el dispositivo intrauterino) son abortivos, al menos parte del tiempo, por cuanto impiden la implantación de un ser humano recién concebido en el útero de su madre. Es más, el número de abortos causados por estos y otros anticonceptivos abortivos es superior al número de abortos quirúrgicos. En segundo lugar, los estudios demuestran que las personas que usan anticonceptivos son más propensas a recurrir al aborto quirúrgico, cuando éstos fallan (y los anticonceptivos sí fallan), que las personas que no utilizan anticonceptivos. En general, la anticoncepción suscita una mentalidad contraria a la aceptación generosa de una nueva vida. Lejos de impedir el aumento del aborto; la anticoncepción lo propicia.
No debemos dejarnos engañar por estas falacias, aunque aparenten ser válidas. Jesucristo ha dado a la legítima autoridad de su Iglesia, y sólo a ella, la capacidad para interpretar y enseñar auténticamente la Palabra de Dios y su aplicación moral y espiritual a cada aspecto de nuestra vida. )."Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas...Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste" (2 Timoteo 4:3-4; 3:14) Y recuerde: "la Iglesia del Dios vivo es columna y fundamento de la verdad" (1 Timoteo 3:15). 
La Iglesia no aprueba el aborto porque entre otras cosas defiende los derechos de aquellos que no pueden hacerlo, no trata de imponer sus ideas, sino que considera su deber, ayudar al hombre y defender los derechos de los niños no nacidos. La Iglesia valora como el mayor don la vida y busca protegerla y fomentarla, enseñando al hombre el verdadero valor de la vida. Una visión errada puede llevar a la distorsión y a la destrucción de los valores humanos inherentes a la persona, con el riesgo de deshumanizar al mundo.
El hombre es libre. Esa libertad ha sido la gran conquista de nuestro tiempo. Libertad y progreso son justamente las dos banderas que enarbolan quienes luchan por una legislación pro -abortista. Nadie pone en duda que el redescubrimiento del valor, de la dignidad y del papel de la mujer en la sociedad deban ser defendidos. Y aquí está el punto. Cuando se habla de «aborto sí» o «aborto no», se toma en cuenta sólo los derechos de una sola de las partes y Con fria facilidad se olvida de la otra persona que la mujer lleva dentro.
 Desde el plano médico-legal, todo se juega en el prejuicio de no reconocerle entidad al niño -o la niña- que se porta en el seno. En buena lógica, parecería justo decir que si el hombre no es capaz de crear la vida, no le es tampoco lícito el destruirla a beneplácito, como si fuera su dueño. Para el creyente la cosa es más sencilla, pues sabe que la vida le viene de Dios; que es un don, más aún, el don más maravilloso de todos los dones. La donación es siempre muestra, signo de amor. Por lo mismo, la concepción siempre debiera ser fruto del amor, pero amor del verdadero. Ese amor que no permite hablar de interrupción voluntaria de la gravidez, de mujer o producto o feto... Las palabras que entiende son madre y padre que esperan y reciben como don de Dios a un hijo muy amado. Desgraciadamente, muchas veces una nueva vida no es fruto del amor, pero aún así es una nueva vida que tiene el derecho de nacer. La vida inicia desde el momento de la concepción, dando origen y creando las condiciones necesarias para que se realice una persona. En cualquier momento de su desarrollo que se vea interrumpido, se mata a una persona. Si no se dan las condiciones, la naturaleza es la encargada de esa interrupción no querida por la madre; apoyar y luchar por los que no pueden hacerlo en su infinita y silenciosa pequeñez -contra el capricho, la comodidad, la conveniencia, el gusto de otros-, no es la imposición de un grupo sino el deber y derecho de toda persona.

Respecto a la Eutanasia, la Iglesia dice con razón que es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal. Semejante práctica conlleva, según las circunstancias, la malicia propia del suicidio o del homicidio. Ahora bien, el suicidio es siempre moralmente inaceptable, al igual que el homicidio. La tradición de la Iglesia siempre lo ha rechazado como decisión gravemente mala...Bajo el punto de vista objetivo, es un acto gravemente inmoral, porque comporta el rechazo del amor a sí mismo y la renuncia a los deberes de justicia y de caridad para con el prójimo, para con las distintas comunidades de las que se forma parte y para la sociedad en general. En su realidad más profunda, constituye un rechazo de la soberanía absoluta de Dios sobre la vida y sobre la muerte, proclamada así en la oración del antiguo sabio de Israel: « Tú tienes el poder sobre la vida y sobre la muerte, haces bajar a las puertas del Hades y de allí subir » (Sb 16, 13; cf. Tb 13, 2). 
Compartir la intención suicida de otro y ayudarle a realizarla mediante el llamado « suicidio asistido » significa hacerse colaborador, y algunas veces autor en primera persona, de una injusticia que nunca tiene justificación, ni siquiera cuando es solicitada. « No es lícito —escribió con sorprendente actualidad San Agustín— matar a otro, aunque éste lo pida y lo quiera y no pueda ya vivir... para librar, con un golpe, el alma de aquellos dolores, que luchaba con las ligaduras del cuerpo y quería desasirse ». La eutanasia, aunque no esté motivada por el rechazo egoísta de hacerse cargo de la existencia del que sufre, debe considerarse como una falsa piedad, más aún, como una preocupante « perversión » de la misma. En efecto, la verdadera «compasión» es la que nos hace solidarios con el dolor de los demás, y no la que elimina a la persona cuyo sufrimiento no se puede soportar. El gesto de la eutanasia aparece aún más perverso si es realizado por quienes —como los familiares— deberían asistir con paciencia y amor a su allegado, o por cuantos —como los médicos—, por su profesión específica, deberían cuidar al enfermo incluso en las condiciones terminales más penosas; (El descuido voluntario de los enfermos en las instituciones por parte del personal encargado de los mismos, también es una Eutanasia premeditada y ruin); ciertamente existe la obligación moral de curarse y hacerse curar, pero esta obligación se debe valorar según las situaciones concretas; es decir, hay que examinar si los medios terapéuticos a disposición son objetivamente proporcionados a las perspectivas de mejoría. La renuncia a medios extraordinarios o desproporcionados no equivale al suicidio o a la eutanasia sino que expresa más bien la aceptación de la condición humana ante la muerte.
El precepto moral del “no matarás” tiene un sentido negativo inmediato: indica el límite, que nunca puede ser transgredido por nadie, dado el carácter inviolable del derecho a la vida, bien primero de toda persona. Pero tiene también un sentido positivo implícito: expresa la actitud de verdadero respeto a la vida, ayudando a promoverla y haciendo que progrese por el camino de aquel amor que la acoge y debe acompañarla.
Un buen Cristiano debe alzar la voz  a favor de la vida como lo hizo el Papa Juan Pablo II Dirigiéndose a los jóvenes ( Denver/1993):  Con el tiempo, las amenazas contra la vida no disminuyen; al contrario, adquieren dimensiones enormes. No se trata sólo de amenazas procedentes del exterior, de las fuerzas de la naturaleza o de los Caínes que asesinan a los Abeles; no, se trata de amenazas programadas de manera científica y sistemática. El siglo XX será considerado una época de ataques masivos contra la vida, una serie interminable de guerras y una destrucción permanente de vidas humanas inocentes. Los falsos profetas y los falsos maestros han logrado el mayor éxito posible”  ;  o como respondió el Papa Benedicto XVI a la pregunta:  “¿ La Iglesia y el Papa, se oponen siempre con mucha vehemencia a cualquier medida “que de una u otra forma promueva el aborto, la esterilización y también la anticoncepción”. Esos hechos lesionan la dignidad del hombre como imagen de Dios y socavan el fundamento de la sociedad. De lo que se trata, básicamente, es de la protección de la vida. Pero, en ese caso, ¿por qué insiste tanto la Iglesia en defender la pena de muerte “sin excluirla”, como un “derecho del Estado”, como dice el Catecismo?”  Su respuesta fue clara: Cuando la pena de muerte es legal, lo que se hace es castigar a un sujeto que ha cometido un delito comprobado de extrema gravedad, y que, además, pueda ser un peligro para la paz social; es decir, se castiga a un culpable. En un aborto, en cambio, se aplica la pena de muerte a una persona absolutamente inocente. Son dos cosas totalmente diferentes que no admiten comparación; lo que ocurre es que muchos ven al niño no nacido como un injusto agresor que “va a disminuir mi espacio vital”, “se entrometerá en mi vida”, y al que, por tanto, hay que castigar como a un injusto agresor. Pero ese es el punto de vista de los que no ven al niño como una creación de Dios, no lo ven creado a imagen de Dios y con derecho a la vida; todavía no ha nacido y ya lo ven como a un enemigo o a un inoportuno sobre el que se puede disponer. Pienso que esto sucede porque no se es consciente de que un hijo concebido ya es un ser, ya es un individuo…Si olvidamos este principio, que el hombre en cuanto hombre está bajo la protección de Dios, y no a merced de nuestro arbitrio, si olvidamos esto, estamos olvidando el verdadero fundamento de los derechos humanos”.

En cuanto a la defensa de la vida la Iglesia Católica a través del concilio Vaticano II dice lo siguiente respecto a la guerra:  El horror y la crueldad de la guerra aumentan inmensamente con el incremento de las armas científicas, lo cual obliga a examinar la guerra con mentalidad totalmente nueva" (Gaudium et Spes 80). 
"Sin negar a todo país el derecho “para defenderse con justicia”, no puede aceptarse como moralmente lícito el uso de toda serie de armas, especialmente las llamadas ABQ (atómicas, biológicas y químicas), que constituyen un crimen contra Dios y la humanidad". (Gaudium et Spes 80), por ser indiscriminadas y afectar a los no combatientes; aunque su misma fabricación y almacenamiento parezcan ilícitos (Catecismo de la Iglesia católica 2312-1316).
Por su parte el Catecismo de la Iglesia Católica habla claramente respecto del tema en los siguientes términos y definiciones:
2318. Dios tiene en su mano el alma de todo ser viviente y el soplo de toda carne de hombre (Job 12, 10).
2319. Toda vida humana, desde el momento de la concepción hasta la muerte, es sagrada, pues la persona humana ha sido amada por sí misma a imagen y semejanza del Dios vivo y santo.
2320. Causar la muerte a un ser humano es gravemente contrario a la dignidad de la persona y a la santidad del Creador.
2321. La prohibición de causar la muerte no suprime el derecho de impedir que un injusto agresor cause daño. La legítima defensa es un deber grave para quien es responsable de la vida de otro o del bien común.
2322. Desde su concepción, el niño tiene el derecho a la vida. El aborto directo, es decir ,buscado como un fin o como un medio, es una práctica infame (consulta el concilio Vaticano II, constitución Gaudium et Spes, 27, 3), gravemente contraria a la ley moral. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana.
2323. Porque ha de ser tratado como una persona desde su concepción, el embrión debe ser defendido en su integridad, atendido y cuidado médicamente como cualquier otro ser humano.
2324. La eutanasia voluntaria, cualesquiera que sean sus formas y sus motivos, constituye un homicidio. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador.
2325. El suicidio es gravemente contrario a la justicia, a la esperanza y a la caridad. Está prohibido por el quinto mandamiento.
2326. El escándalo constituye una falta grave cuando por acción u omisión se induce deliberadamente a otro a pecar.
2327. A causa de los males y de las injusticias que ocasiona toda guerra, debemos hacer todo lo que es razonablemente posible para evitarla. La Iglesia implora así: del hambre, de la peste y de la guerra, líbranos Señor.
2328. La Iglesia y la razón humana afirman la validez permanente de la ley moral durante los conflictos armados. Las prácticas deliberadamente contrarias al derecho de gentes y a sus principios universales son crímenes.
2329. ‘La carrera de armamentos es una plaga gravísima de la humanidad y perjudica a los pobres de modo intolerable’ (Gaudium et Spes 81, 3).
2330. ‘Bienaventurados los que construyen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios’ (Mateo 5, 9).

Por su lado el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica nos dice al respecto: 
466. ¿Por qué ha de ser respetada la vida humana? 
La vida humana ha de ser respetada porque es sagrada. Desde el comienzo supone la acción creadora de Dios y permanece para siempre en una relación especial con el Creador, su único fin. A nadie le es lícito destruir directamente a un ser humano inocente, porque es gravemente contrario a la dignidad de la persona y a la santidad del Creador. “No quites la vida del inocente y justo” (Ex.23,7). 
467. ¿Por qué la legítima defensa de la persona y de la sociedad no va contra esta norma? 
Con la legítima defensa se toma la opción de defenderse y se valora el derecho a la vida, propia o del otro, pero no la opción de matar. La legítima defensa, para quien tiene la responsabilidad de la vida de otro, puede también ser un grave deber. Y no debe suponer un uso de la violencia mayor que el necesario.
468. ¿Para que sirve una pena? 
Una pena impuesta por la autoridad pública, tiene como objetivo reparar el desorden introducido por la culpa, defender el orden público y la seguridad de las personas y contribuir a la corrección del culpable. 
469. ¿Qué pena se puede imponer? 
La pena impuesta debe ser proporcionada a la gravedad del delito. Hoy, como consecuencia de las posibilidades que tiene el Estado para reprimir eficazmente el crimen, haciendo inofensivo a aquél que lo ha cometido, los casos de absoluta necesidad de pena de muerte “suceden muy rara vez, si es que ya en realidad se dan alguno” (Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitae). Cuando los medios incruentos son suficientes, la autoridad debe limitarse a estos medios, porque corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común, son más conformes a la dignidad de la persona y no privan definitivamente al culpable de la posibilidad de rehabilitarse. 
470. ¿Qué prohíbe el quinto mandamiento? 
El quinto mandamiento prohíbe, como gravemente contrarios a la ley moral: el homicidio directo y voluntario y la cooperación al mismo; el aborto directo, querido como fin o como medio, así como la cooperación al mismo, bajo pena de excomunión, porque el ser humano, desde el instante de su concepción, ha de ser respetado y protegido de modo absoluto en su integridad; la eutanasia directa, que consiste en poner término, con una acción o una omisión de lo necesario, a la vida de las personas discapacitadas, gravemente enfermas o próximas a la muerte; el suicidio y la cooperación voluntaria al mismo, en cuanto es una ofensa grave al justo amor de Dios, de sí mismo y del prójimo, por lo que se refiere a la responsabilidad, ésta puede quedar agravada en razón del escándalo o atenuada por particulares trastornos psíquicos o graves temores. 
471. ¿Qué tratamientos médicos se permiten cuando la muerte se considera inminente? 
Los cuidados que se deben de ordinario a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos; son legítimos, sin embargo, el uso de analgésicos, no destinados a causar la muerte, y la renuncia al “encarnizamiento terapéutico”, esto es, a la utilización de tratamientos médicos desproporcionados y sin esperanza razonable de resultados positivos.                                                                                                                               
472. ¿Por qué la sociedad debe proteger a todo embrión? 
La sociedad debe proteger a todo embrión, porque el derecho inalienable a la vida de todo individuo humano desde su concepción es un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación. Cuando el Estado no pone su fuerza al servicio de los derechos de todos, y en particular de los más débiles, entre los que se encuentran los concebidos y aún no nacidos, quedan amenazados los fundamentos mismos de un Estado de derecho. 
473. ¿Cómo se evita el escándalo? 
El escándalo, que consiste en inducir a otro a obrar el mal, se evita respetando el alma y el cuerpo de la persona. Pero si se induce deliberadamente a otros a pecar gravemente, se comete una culpa grave.
474. ¿Qué deberes tenemos hacia nuestro cuerpo? 
Debemos tener un razonable cuidado de la salud física, la propia y la de los demás, evitando siempre el culto al cuerpo y toda suerte de excesos. Ha de evitarse, además el uso de estupefacientes, que causan gravísimos daños a la salud y a la vida humana, y también el abuso de los alimentos, de alcohol, del tabaco y de los medicamentos. 
475. ¿Cuándo son moralmente legítimas las experimentaciones científicas, médicas o psicológicas sobre las personas o sobre grupos humanos? 
Las experimentaciones científicas, médicas o psicológicas sobre las personas o grupos humanos son moralmente legítimas si están al servicio del bien integral de la persona y de la sociedad, sin riesgos desproporcionados para la vida y la integridad física y psíquica de los sujetos, oportunamente informados y contando con su consentimiento. 
476. ¿Se permiten el trasplante y la donación de órganos antes y después de la muerte? 
El trasplante de órganos es moralmente aceptable con el consentimiento del donante y sin riesgos excesivos para él. Para el noble acto de la donación de órganos después de la muerte, hay que contar con la plena certeza de la muerte real del donante. 
477. ¿Qué prácticas son contrarias al respeto a la integridad corporal de la persona humana? 
Prácticas contrarias al respeto a la integridad corporal de la persona humana son las siguientes: los secuestros de personas y la toma de rehenes, el terrorismo, la tortura, la violencia y la esterilización directa. Las amputaciones y mutilaciones de una persona están moralmente permitidas sólo por los indispensables fines terapéuticos de las mismas. 
478. ¿Qué cuidados deben procurarse a los moribundos? 
Los moribundos tienen derecho a vivir con dignidad los últimos momentos de su vida terrena, sobre todo con la ayuda de la oración y de los sacramentos, que preparan al encuentro con el Dios vivo. 
479. ¿Cómo deben ser tratados los cuerpos de los difuntos? 
Los cuerpos de los difuntos deben ser tratados con respeto y caridad. La cremación de los mismos está permitida, si se hace sin poner en cuestión la fe en la resurrección de los cuerpos. 
480. ¿Qué exige el Señor a toda persona para la defensa de la paz? 
El Señor que proclama “Bienaventurados los que construyen la paz” (Mt.5,9), exige la paz del corazón y denuncia la inmoralidad de la ira, que es el deseo de venganza por el mal recibido, y del odio, que lleva a desear el mal al prójimo. Estos comportamientos, si son voluntarios y consentidos en cosas de gran importancia, son pecados graves contra la caridad. 
481. ¿En qué consiste la paz en el mundo? 
La paz en el mundo, que es la búsqueda del respeto y del desarrollo de la vida humana, no es simplemente ausencia de guerras o equilibrio de fuerzas contrarias, sino que es “La tranquilidad del orden” (S. Agustín) “Fruto de la justicia” (Is.32,17) y efecto de la caridad. La paz en la tierra es imagen y fruto de la paz de Cristo.                                                                
482. ¿Qué se requiere para la paz en el mundo? 
Para la paz en el mundo se requiere la justa distribución y la tutela de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos, el respeto a la dignidad de las personas humanas y de los pueblos, y la constante práctica de la justicia y de la fraternidad. 
483. ¿Cuándo esta moralmente permitido el uso de la fuerza militar? 
El uso de la fuerza militar está moralmente justificado cuando se dan simultáneamente las siguientes condiciones: certeza de que el daño infringido es duradero y grave; la ineficacia de toda alternativa pacífica; fundadas posibilidades de éxito en la acción defensiva y ausencia de males aún peores, dado el poder de los medios modernos de destrucción. 
484. En caso de amenaza de guerra, ¿a quién corresponde determinar si se dan las anteriores condiciones? 
Determinar si se dan las condiciones para un uso moral de la fuerza militar compete al prudente juicio de los gobernantes, a quienes corresponde también el derecho de imponer a los ciudadanos la obligación de la defensa nacional, dejando a salvo el derecho personal a la objeción de conciencia y a servir de otra forma a la comunidad humana. 
485. ¿Qué exige la ley moral en caso de guerra? 
La ley moral permanece siempre válida, aún en caso de guerra. Exige que sean tratados con humanidad los no combatientes, los soldados heridos y los prisioneros. Las acciones deliberadamente contrarias al derecho de gentes, como también las disposiciones que las ordenan, son crímenes que la obediencia ciega no basta para excusar. Se deben condenar la destrucción masiva así como el exterminio de un pueblo o de una minoría étnica, que son pecados gravísimos; y hay obligación moral de oponerse a la voluntad de quienes los ordenan.
486. ¿Qué es necesario hacer para evitar la guerra? 
Se debe hacer todo lo razonablemente posible para evitar a toda costa la guerra, teniendo en cuenta los males e injusticias que ella misma provoca. En particular, es necesario evitar la acumulación y el comercio de armas no debidamente reglamentadas por los poderes legítimos; las injusticias, sobre todo económicas y sociales; las discriminaciones étnicas o religiosas; la envidia, la desconfianza, el orgullo y el espíritu de venganza. Cuanto se haga por eliminar estos u otros desórdenes ayuda a construir la paz y a evitar la guerra.

De manera tal que ya la Iglesia se ha expresado y lo sigue haciendo de manera amplia respecto del tema de la defensa de la Vida y de los Derechos humanos;  primero está la Ley  y la Justicia de Dios que la de los hombres, más aún cuando muchas de las leyes humanas no solo transgreden el respeto y la dignidad del hombre sino que son la vergüenza y la degradación de la Justicia.  
Como Cristiano y como ser humano, levantaré siempre mi voz y mi pluma en protesta por la defensa de los derechos y la dignidad humana sin miedo a llegar inclusive si es necesario a dar mi vida toda en defensa de la vida.
Finalmente recomiendo leer  la encíclica del Papa Juan Pablo II "Evangelium Vitae"(1995), sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana.

   
BIBLIOGRAFÍA
-Sagrada Biblia
-Catecismo de la Iglesia Católica
-Encíclica “Evangelium Vitae” (Juan Pablo II)
-Constitución Política de Colombia

-Conceptos personales

1 comentario:

  1. Yo también estoy a favor de la vida desde su concepción hasta su culminación, ajustándome a la voluntad de Dios.
    Gracias

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