EL PROBLEMA DEL MAL
(Autor: Jhon Walter Montoya Sierra)
¿ SI DESDE LAS SAGRADAS ESCRITURAS, ENCONTRAMOS QUE DIOS LO HA HECHO
TODO BIEN, EN DONDE RADICA EL PROBLEMA DEL MAL ?
El Origen del
mal, está en el corazón del hombre, quien por su misma rebeldía y desobediencia
quiere cambiar la estructura inicial del bien, diseñada por Dios.
En el primer
relato de la creación (gn 1,3-31), el escritor sagrado narra que Dios separó la
luz de las tinieblas, y que al crear la naturaleza y los animales “vio que todo
estaba bien”, cuando creó al hombre y a la mujer dice “y vio Dios que estaba
muy bien” y que los creó a imagen y semejanza suya, es decir perfectos.
San Agustín
por su parte escribió:”Nos hiciste Señor para ti, y mi alma no descansará hasta
que descanse en Ti”, es decir que todos los seres humanos fuimos creados para
Dios, quien nos hizo capaces de Él, es decir buenos: “ustedes son para mi”.
¿Qué ha sucedido entonces con nuestra perfección?. Dios nos hizo buenos para
Él, pero al alejarnos de la bondad de Dios, nos volvemos contra Él, ya que
cuando uno se aleja de Dios se pierde; El mal nace entonces de usar mal la
libertad de optar por Dios.
San Agustín decía: “El mal no existe, lo que existe es la degradación
del bien”; es decir que al querer cambiar el concepto Divino del bien
y amañarlo a nuestro propio concepto del bien, degradamos ese bien. Pero el
bien existe y vence el mal, porque Dios es bueno, y encontrar entonces ese bien
y permanecer en el bien, nos hace encontrar a Dios y permanecer en Dios, eso es
lo que nos hace más humanos. (El ángel caído por ejemplo, optó por desobedecer
a Dios, Dios creó un ser bueno, pero el, por su libertad optó por otra cosa).
Para que un Dios se haya encarnado en una condición humana, esa condición
humana debe de estar bien diseñada por ese mismo Dios; la doctrina Cristiana
dice que el mal no existe, sino que somos nosotros quienes nos alejamos de la
perfección de ese bien diseñado por Dios.
Dios no creó ni el mal, ni el pecado,
ni la enfermedad, ni quiso jamás ponernos a prueba, Dios no piensa así, pues la
mente de Dios es pura, es perfecta.
Dios siempre está hay para nosotros, pero
todo lo malo que nos sucede es producto de alejarnos de Dios.
Por otra parte
Dios dio a los hombres la libertad para elegir entre la vida y el bien por un
lado y la muerte y el mal por el otro (Dt 30, 15-20), y dejó claro que si los
hombres obedecían lo que les ordenaba y amaban al Señor su Dios, siguiendo sus
caminos y cumpliendo sus mandamientos, Él nos bendeciría; pero si no hacían
caso, morirían sin falta, y puso el cielo y la tierra por testigos; pero los hombres
hemos preferido obrar el mal y desobedecer a Dios, y la consecuencia lógica de
esta desobediencia, es el sufrimiento y
la maldad reinante en el mundo. Esto fue lo que sucedió con David (2S 12,7-23),(y con muchos otros pecadores), quien al despreciar la palabra de Dios y hacer lo que a Dios no le agradaba,
acarreo como castigo no solo la muerte de su hijo, sino que de su casa jamás se
apartara la violencia (hasta el día de hoy), y que el mal contra el, surgiera de su propia familia.
Jesús nos
enseñó que el hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está con el, y el
hombre malo dice cosas malas porque el mal está con el (Mt.12,33-35) y también
nos dijo que lo que hace impuro al hombre no es lo que entra desde afuera, sino
lo que sale del corazón del hombre, porque de allí es de donde salen los pecados
y las maldades...que degradan al hombre (Mr.7,14-21). ¿Cómo es esto posible si
todos somos imagen de Dios, es decir que Dios se refleja en nuestros rostros?;
esto solo es posible porque hemos degradado su imagen en nosotros y no hemos
reconocido su rostro ni en nosotros ni en nuestros hermanos.
Todos somos
tentados por el mal, por alejarnos de la voluntad de Dios, ya que por
satisfacer nuestras debilidades nos acercamos a esa tentación; pero todos
podemos también ser buenos por ser hijos de Dios. Todos somos capaces de Dios,
pues Él nos ha dado la gracia de que lo alcancemos y lo amemos en la medida en
que cumplamos su voluntad.
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